Nos gustaría resolver todo con una píldora milagrosa, pero parece que esta vez no hay atajos. Muchos sentimos que después de esta crisis, el mundo no será igual. Me pregunto, ¿no es eso lo que queríamos? ¿Realmente queremos que todo vuelva a lo mismo de antes? O nuestro anhelo de que todo se reactive y que termine la cuarentena es más por llevar el sustento a nuestros hogares y disfrutar de lo que quizás no estábamos valorando tanto.
¿Será que en realidad necesitábamos que el mundo parara un momento para ponernos en orden y conscientemente dirigirnos hacia un nuevo y mejor destino?
Y si eso es verdad, ¿cuál sería ese “mejor destino”? ¿Cuál es el destino que queremos?
Sin duda, el destino que tenemos es el que elegimos con cada una de nuestras acciones. Mi teoría es que el coronavirus sí tiene una cara, la cara de lo mejor y lo peor de nosotros, y colectivamente ahora estamos eligiendo la sociedad en la que queremos vivir.
Vemos en la calle personas que además de estar en desacato, insultan a la autoridad y a los vecinos; botan o maltratan a sus mascotas; usan la viveza para sacarle la vuelta a la ley y con cualquier excusa intentan tener ventaja; critican y critican, pero no aplican lo único que deben hacer, que es quedarse en su casa; invaden las redes sociales con información falsa que genera pánico y malestar; llaman a la línea 113 para entorpecer la labor de quienes nos protegen; uno que otro vecino que cree tener corona, cuando en realidad puede ser portador del coronavirus, sale a hacer deporte. Estas malas acciones han obligado al Gobierno a endurecer las medidas de orden público en la emergencia.
¿Esta es la sociedad que queremos? O, más bien, esta es la evidencia masiva de que nuestra sociedad ya estaba en emergencia y la gravedad de esta situación nos muestra exactamente qué es lo que no queremos. ¿Será esta situación la que nos ha forzado a la cooperación y decisión por conciencia de proteger la vida, el compartir, el abrazarnos otra vez, el reconocer que somos parte de la naturaleza, el tratarnos con mayor consideración y respeto?
Ahora nos estamos renovando juntos. Somos más los que aun cuando no conocemos al abuelito del vecino, queremos que esté bien, los que salimos a aplaudir a las ocho de la noche para reconocernos en unidad y agradecer a los que trabajan exponiendo sus vidas. Somos más las personas que hacemos colectas para ayudar a aquellos que no tienen qué comer, los que ofrecen sus servicios y apoyo gratis, vemos millones de actos de amor y bondad de personas en todas partes.
Esta vez, literalmente, estamos construyendo la sociedad que queremos con nuestras manos. Cuando todo esto pase, ¿cómo capitalizaremos lo aprendido?
Fuente: http://www.elperuano.pe/noticia-la-cara-del-coronavirus-93967.aspx